Esto nos recuerda que nuestras palabras pueden construir y edificar a los demás, o pueden destruir y derribarlos.
En Proverbios 18:21 se nos dice: «La lengua tiene poder de vida y muerte». Esto nos muestra que nuestras palabras tienen el poder de construir y edificar, pero también el poder de destruir y herir.
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Como puedes ver el poder de las palabras puede movilizar a todo un país a apoyar un objetivo o a una persona a realizar sus sueños. Las palabras son importantes porque tienen la capacidad de influenciar a otros y a ti mismo.
La Biblia nos insta a utilizar nuestras palabras para edificar y beneficiar a los demás. En Efesios 4:29, se nos dice que nuestras palabras deben ser «útiles para la edificación según la necesidad del momento, para que imparta gracia a los que oyen».
En Lucas six:forty five, Jesús nos dice que «de la abundancia del corazón habla la boca». Esto significa que nuestras palabras son un reflejo de lo que hay en nuestro corazón.
Reconocer la autoridad de la Palabra de Dios implica aceptar que sus mandatos y principios deben regir nuestras vidas en todos los aspectos.
" Muchas veces, nos dejamos llevar por nuestras emociones y decimos cosas de las que luego nos arrepentimos. Es importante aprender a guardar nuestras palabras y pensar antes de hablar.
Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado». Nuestras palabras son un reflejo de nuestro corazón y nuestra relación con Dios. Debemos ser conscientes de que nuestras palabras here pueden llevar el nombre de Dios y su mensaje de amor y gracia, o pueden deshonrarlo y blasfemar contra Él.
La Biblia nos enseña a ser cautelosos con nuestras palabras, a pensar antes de hablar y a controlar nuestra lengua para evitar dañar a los demás.
En Proverbios 18:21, se nos advierte que «la muerte y la vida están en poder de la lengua, y el que la ama comerá de sus frutos». Esta declaración nos muestra que nuestras palabras pueden tener consecuencias duraderas, tanto para nosotros como para los demás.
Nuestras palabras pueden tener el poder de sanar o de herir, de construir o de destruir. Debemos ser conscientes de este poder y usar nuestras palabras con sabiduría.
En primer lugar, nuestras palabras tienen el poder de edificar o destruir. En Efesios 4:29 se nos insta a hablar «solo lo que sea bueno para edificación, según la necesidad del momento, para que imparta gracia a los que escuchan».
Aunque todos podemos cometer errores con nuestras palabras, la buena noticia es que Dios es un Dios de gracia y perdón.